Responsabilidad individual versus individualismo
Cecilia Cifuentes Directora Centro de Estudios Financieros del ESE Business School, UAndes
- T+
- T-
Cecilia Cifuentes
Se suele decir que uno de los problemas del sistema de economía de mercado es que fomenta el individualismo, basado en que las personas buscan maximizar su bienestar. Creo que esa concepción es errada, lo planteé hace un tiempo en una columna en este mismo medio, “Michael Novak y la superioridad moral del capitalismo”, donde fundamentaba que maximizar el bienestar no tiene por qué ser sinónimo de egoísmo, y de hecho la Madre Teresa de Calculta maximizó lo que para ella era su bienestar: alcanzar la santidad. La búsqueda del interés personal no se contrapone para nada al bien común.
Me parece que el supuesto “individualismo del modelo” se confunde con la idea de responsabilidad individual, que no tiene nada que ver; de hecho, se contrapone. Es efectivo que para que un sistema de economía libre dé frutos positivos, se requiere responsabilidad individual, pero ésta no es más que la libertad responsable, aquella que es consciente de sus límites, radicados básicamente en la libertad del resto.
Es así como los empresarios son libres del qué, cómo y cuánto producir, mientras produzcan bienes y no males, mientras respeten la libre competencia y los derechos laborales, y mientras no dañen el medio ambiente, lo que requiere una efectiva responsabilidad individual. Lo mismo se puede decir de trabajadores y consumidores, sus decisiones deben tomar en cuenta los límites a la libertad individual, lo que supone actuar como adultos responsables, en un esquema de normas claras, que son respetadas por todos. Nada más lejos del individualismo, y más cercano a la responsabilidad colectiva.
Por el contrario, el estatismo sí tiende a fomentar el individualismo, sustentado en un tipo de paternalismo en que el Estado es el responsable de todo y todos. Así, entonces, ¿por qué preocuparme del resto, si esa es una obligación del Estado? En ese esquema de ciudadanos que nunca dejan la adolescencia, el único objetivo es buscar el bienestar particular, y clamar siempre por más; es el individualismo de exigir derechos, sin una conciencia por los deberes.
El mejor ejemplo de lo anterior, y que muestra los negativos efectos de ese estatismo paternalista que se ha ido instalando en Chile, es la actual crisis sanitaria. Se ha logrado establecer que el número de contagios diarios es responsabilidad del Gobierno (del “papá Estado”), y cuando suben más allá de lo deseable, se ha llegado al extremo de culparlo de genocidio, con la amenaza de acusaciones constitucionales siempre presente. ¿Qué hace el gobierno entonces, en vez de enfrentar ese discurso ilógico? Extremar las restricciones a la libertad, con disposiciones absurdas.
Muchos ciudadanos infantilizados, por su parte, vulneran las normas, aquellas razonables y necesarias como el autocuidado, y también las que tienen poco sentido, porque la probabilidad de que los pillen en falta es baja, y además, sólo el Presidente paga las multas. El control de la pandemia sería mucho más efectivo si lográramos portarnos como adultos responsables, sin la necesidad de un carabinero al lado permanentemente.
Ese es el tipo de sociedad que todos deberíamos promover, porque es el único compatible con el desarrollo; una sociedad libre sustentada en la responsabilidad individual. Lamentablemente, son cada vez más los que profesan una fe creciente en el dios Estado, que nos tiene que resolver la vida a todos, lo que nos augura un muy mal futuro.